Dar una nueva mirada al libro “Ocio y tiempo libre: un reto para la familia” escrito por Ignasi de Bofarull, ha traído a mi mente muchos momentos familiares, y junto a ellos una alegría profunda por el tiempo compartido. Justamente el objetivo central de estas pocas letras es invitar a cada uno de ustedes, y de forma especial a los padres, a reflexionar y plantearnos nuevas estrategias con relación al manejo del ocio en familia, pues es un espacio muy importante como para pasarlo por alto.
El primer significado que encontré en el diccionario acerca de “ocio” fue -cesación del trabajo, inacción o total omisión de la actividad-, nada más opuesto a la reflexión que intento compartir, pues el ocio bien entendido y bien vivido, es una función educativa que le corresponde a la familia, ya que se convierte en una ocasión de encuentro, de reconocimiento y diversión, es también una oportunidad e implica momentos de descanso y mutua realización. Permite sacar a flote capacidades, talentos, valores y virtudes de cada miembro de la familia (De Bofarul, 2005, p. 11).
Hemos sido testigos de que la pandemia ha puesto a prueba las relaciones familiares, por un lado, se ha evidenciado con dolor, familias cuyas dificultades se han agravado y han desembocado en rupturas insalvables. Para otras, ha sido motivo de fortalecimiento y mayor vinculación entre sus miembros, en este último caso, no sin esfuerzo de cada uno de quienes la conforman. Y si bien ha traído mucho dolor y pérdida, está en nuestras manos convertirlo en tiempo de aprendizaje personal-familiar, y proyectarnos hacia el futuro.
Posiblemente el ocio y los momentos compartidos en familia, han jugado un papel importante, porque al estar bien encaminado constituye un factor de protección ante las adversidades, previene grandes males y propicia bienes, pues a través de la interacción, los padres tenemos la oportunidad de conocer más a los hijos y dirigir un mayor esfuerzo hacia áreas que lo requieren, pues la educación no se improvisa, debe ser un proceso dialogado, analizado y planificado por parte de los padres, y el ocio compartido lo facilita.
Es bueno buscar una equilibrada combinación entre el ocio de diversión, el cual incluye descanso, entretenimiento, cambio de actividad, y el ocio de satisfacción, cuyo objetivo va más allá, y es satisfacer aspiraciones profundas personales, tanto de padres, como también de hijos. Esta complementación al mismo tiempo permitirá superar individualismos de unos y otros, ya que el planteamiento tomará en cuenta las necesidades y aspiraciones de todos los miembros de la familia.