¿El matrimonio en la actualidad es para siempre? Esta es una pregunta que quizás sea muy discutible y puesta en la mesa el día de hoy. El matrimonio ha sido uno de los temas más presentes en la investigación psicológica y que ha cobrado interés a través del tiempo ya que la relación de pareja es uno de los aspectos centrales en la vida del ser humano, pero también de la sociedad. Varios expertos en psicología mencionan que el vínculo interpersonal más complejo del ser humano lo constituye la pareja, donde están involucrados aspectos biológicos, psicológicos, interaccionales, sociales y culturales que influyen en su estabilidad, solidez y satisfacción.
La estabilidad de los matrimonios es un reflejo de la sociedad debido al impacto que ésta ejerce, con toda su complejidad en la sociedad misma, porque constituye la fuente primordial de la estabilidad de las familias que la conforman.
Hoy en día, algunas estadísticas de los países latinoamericanos manifiestan una preocupación por la estabilidad social ya que cada vez es más común la ruptura de los matrimonios puesto que no ha habido un solo año en que no se incremente el número de divorcios, de tal forma que, de continuar la tendencia de los últimos 20 años, para el año 2040 la tasa podría ser de 62.22 divorcios por cada 100 matrimonios. Pareciera entonces que el matrimonio ya no es para siempre.
Lo preocupante de este fenómeno del divorcio radica en que muchas de las parejas que se han divorciado se arrepienten de no haber tenido una ayuda adecuada antes de la ruptura. Por ejemplo, en algunas ciudades de México hay estadísticas que confirman que de 10 matrimonios que se divorcian, 6 se arrepienten. Si hubieran recibido la ayuda adecuada podrían haber salvado su relación.
Esto confirma que la problemática de muchos matrimonios que se fragmentan no solo se debe a los conflictos de pareja, sino a la ausencia de habilidades para dialogar, escuchar, empatizar, llegar a acuerdos, sanar historias personales… situaciones que impiden que los conflictos se resuelvan de buena manera.
Más allá del conflicto
Ciertamente el divorcio es una de las consecuencias o decisiones más palpables cuando un matrimonio está en crisis. Sin embargo, hace falta explorar los factores que intervienen para que llegue esta crisis de la relación que desemboca en un divorcio o separación.
La atención primera debe ser al conflicto del matrimonio que los lleva a situaciones de crisis, ya que el conflicto puede surgir por algo exterior (no controlable) y por algo interior de la relación (personalidad, educación, historia, expectativa, percepción…). En un segundo momento, indagar sobre las habilidades que tienen los cónyuges para resolver los conflictos, pues al no tenerlas o no tener las adecuadas, la relación puede convertirse en insostenible o en una situación crítica.
Allan Fruzzetti dice que lo que está debajo de la crisis de pareja es una cantidad de conflictos dentro de la pareja (insatisfacciones, carencias, miedos, traumas, complejos, heridas emocionales…), que no se llegan a resolver porque no se tienen habilidades para escuchar, dialogar y llegar a acuerdos. Sumado a esto, muchos de los cónyuges no pasaron por procesos terapéuticos para trabajar su historia antes de casarse, lo que lleva a que no cuenten con herramientas para trabajarse y saber distinguir entre lo qué es de uno y lo qué es de la relación.
Las cataratas de desamor
El problema no es el problema en cuanto tal, sino la falta de herramientas para prevenir y gestionar conflictos de pareja, que los lleva al borde de la separación o a la separación. Es normal que conforme va pasando el tiempo o van pasando los años aparezcan las dificultades, los problemas, los conflictos, las diferencias, las discusiones… pero a veces quien está metido en la pelea no se da cuenta de los problemas que está encarando y con qué actitud les hace frente. Muchas veces no se dan cuenta de que ya están en ese borde del abismo de la ruptura porque se dejan llevar por la corriente, la rutina, por el “ya vendrán tiempos mejores”, “es sólo una crisis”, “es momentáneo”, “ya cambiará”, “se dará cuenta” … y las aguas los van llevando a las cataratas del desamor.
Tristemente muchos matrimonios sólo se dejan arrastrar, ven que están por caerse y no tienen la fuerza para luchar contra corriente, porque entre más cerca está la catarata más es la fuerza del agua que jala hacia abajo. Algunos piden ayuda y se salvan; pero otros, sucumben por la debilidad, el cansancio y la desesperación.
Las cataratas del desamor van entrando como la humedad. Poco a poco la conexión emocional desaparece y el matrimonio se convierte en una lucha de poder donde el objetivo es ver quién es más fuerte o quién es capaz de mantener el orgullo hasta el último minuto o hasta el borde de la catarata. Desaparece la admiración, el cariño, la aceptación, la comprensión, el diálogo… y desaparece el objetivo de construir un amor para siempre.
La necesidad de herramientas y habilidades
El matrimonio sigue siendo un camino de felicidad, pero a veces se olvida que para llegar a esa plenitud matrimonial se necesita luchar. Una lucha que necesita herramientas y habilidades para superar la adversidad y las crisis propias de la pareja y no la huida o el abandono. Esto es indispensable concientizar para hacer frente a una sociedad que busca como alternativa más fácil “soltar” en vez de “luchar” o “sanar” o “hacer el intento de que la perspectiva del matrimonio cambie”.
Para ello, es importante que los matrimonios sepan identificar el problema o conflicto de la relación, comprender qué historias o perspectivas individuales hay detrás del conflicto y finalmente tener las herramientas para poder afrontar juntos el conflicto sin hacerse daño. El conflicto puede transformarse en cercanía y las parejas pueden lograr la amistad, la intimidad, la paz, el apoyo que aporta alegría y reduce el sufrimiento.
Factores del conflicto
Hay muchas terapias que abordan el conflicto en la pareja, algunas se enfocan sólo en el conflicto, pero no en lo que está de fondo en la pareja en crisis a punto de decidir el divorcio o la separación. En este sentido Arévalo (2015) en su cuestionario de Percepción de Conflictos de Pareja (PCP-EAL) muestra zonas del conflicto que hay en la pareja para que se pueda identificar el problema que existe al interior y, así poder encontrar las estrategias adecuadas para la resolución del conflicto en una situación de crisis.
Identificado el problema, el paso siguiente es desvelar la perspectiva que cada uno de los cónyuges tiene frente al conflicto y desde ahí detectar las herramientas o habilidades que se necesitan para sintonizar el amor y poder llegar a acuerdos sanos y duraderos.
Muchos autores e investigadores en el tema de pareja han ofrecido test o diagnósticos para identificar el conflicto en la pareja. Sin embargo, estudios más recientes han concluido que las problemáticas más frecuentes en las rupturas de las relaciones, tienen que ver con los siguientes factores:
Es de gran importancia considerar estos factores para que los matrimonios puedan identificar los problemas que están presentes en lo cotidiano, y, que a veces no afrontan o no identifican, más bien provocan el estancamiento de la relación. Ciertamente la cantidad de problemas no define necesariamente la ruptura, pero sí muestra de qué manera la relación está en crisis o en una crisis crítica porque tal vez más de 5 de estos factores está en conflicto. Esto no lleva a perder la esperanza, sino al análisis de lo que hay detrás de cada conflicto al interno de los cónyuges.
Factores internos de los cónyuges
Por eso el análisis al interior de la pareja no sólo debe enfocarse en identificar el tipo de conflicto que se afronta, sino en profundizar lo que pasa al interior de cada uno de los cónyuges y así establecer el tipo de herramientas y necesidades que se deben afrontar para resolver sanamente los conflictos.
Los expertos comentan que hay una serie de aspectos a tomar en cuenta en los matrimonios que originan conflicto, crisis o ruptura. Se ha buscado la manera de identificar o resumir estos aspectos de la siguiente manera para su comprensión:
En el amor nunca se abandona. Es decir, siempre se puede estar juntos, siempre se puede luchar juntos, siempre se pueden levantar de la lona juntos… porque juntos están destinados a vencer. Y eso es el matrimonio: una aventura donde antes, durante y después se está luchando juntos. Quizás la idea de “vivieron felices para siempre” se piense en un matrimonio libre de problemas y dificultades, pero es erróneo. El matrimonio perfecto no existe, se construye día a día. Porque las dificultades, problemas, crisis… forman parte del matrimonio… porque el amor se tiene que ir acrecentando. De otra manera moriría, sería monótono, gris, soso…
Esta reflexión que va más allá del conflicto de la pareja trata de profundizar sobre la alternativa de separación o divorcio que se da a muchos matrimonios en crisis en vez de ofrecer otro camino o alternativa que sirva de discernimiento para tomar una decisión más consciente y madura. Lo importante es saber qué hacer cuando llegan estos momentos difíciles.
Aprender a sanar antes que soltar la relación. Surge la necesidad de ofrecer alternativas que puedan ayudar a los matrimonios, con herramientas y técnicas, a afrontar las crisis. Desde luego que no todas las parejas en crisis terminan en divorcio, pero muchas parejas quedan enfrascadas en estas situaciones que ocasionan matrimonios insatisfechos, conflictivos, agresivos y en el peor de los casos violentos hasta que no encuentren las herramientas para resolverlo.
La alternativa que se ofrezca a los matrimonios para evitar el divorcio y otras situaciones críticas no es sólo una contribución al bienestar de las parejas sino de la sociedad, ya que, al trabajar el subsistema fundamental de la familia, tiene beneficios en la estabilidad de los hijos y en los contextos que los cónyuges se muevan (trabajo, grupos religiosos, amigos, familia política…) pues se estará contribuyendo a reconstruir la estabilidad y satisfacción matrimonial.
Marco Lôme Soriano
Casado y padre de 4 hijos varones. Es Doctor en Psicología clínica. Estudió Ciencias de la familia en el Pontificio Instituto Juan Pablo II. Es licenciado en filosofía. Se ha especializado en temas de acompañamiento: master en acompañamiento familiar, máster en Teología del cuerpo, diplomado: en orientación familiar, psicoterapia de pareja e inteligencia emocional en la familia. En proceso de certificación del método Gottman (terapia de pareja), en el modelo de terapia de pareja enfocado en emociones (EFT), en psicotrauma y coaching de vida.