1. Aprender a manejar las emociones
La familia es el primer escenario de nuestras vidas, en donde aprendemos a convivir; a compartir espacios, energías y sueños; a poner límites. Es en el entorno donde se aprende a gestionar las emociones, los conflictos e, inclusive, las rivalidades que también forman parte de la vida.
2. Cuidar a los míos
La familia es el regalo más preciado que Dios ha puesto en nuestras manos, por tanto, su cuidado es prioritario. Con el ingrediente principal del amor, con la atención dedicada y la aceptación de las diferencias individuales de sus miembros y, desde el ejemplo y la coherencia, hay que cultivar las virtudes de la honestidad, el respeto, la prudencia y la armonía hacia cada uno de sus integrantes.
3. Más conversación, menos pantallas
A pesar de que la tecnología y los medios sociales están en auge, dejar a un lado los celulares o cualquier pantalla, comenzando por los padres, puede ser el inicio para entablar conversaciones trascendentes. Comer juntos, mirarse y sentir la presencia del otro, es otra forma de cuidar a los que amamos.
4. Leer en familia
Leer mucho juntos, compartir lo que se está leyendo y enseñar a los demás el amor por la lectura hace, en primer lugar, que nos concentremos en una actividad conjunta para ampliar horizontes, potenciar el intelecto, la imaginación y la creatividad; mejorar la escritura y la palabra; pero, sobre todo, ayuda a descubrir el maravilloso mundo que nos rodea y la madurez para enfrentarlo.
5. Impulsar hábitos saludables
Una sana nutrición empieza en la infancia con la lactancia materna, y continúa a lo largo de la vida con una buena alimentación, que es esencial para el cuidado de la salud. Asimismo, hay que dar la importancia necesaria a la salud física a través del ejercicio, el deporte y el descanso, sin dejar de lado la salud mental, iniciando por pequeños hábitos que más tarde se convertirán en rutinas saludables para toda la familia.
6. Organizar tareas
La organización familiar y compartir las tareas del hogar es indispensable para crear un ambiente armónico y de bienestar para todos los integrantes de la casa. Además, establece un nexo que se crea con actividades conjuntas y enriquece notablemente el ambiente familiar.
7. Fomentar el ahorro
Hay que dar la importancia necesaria a la salud financiera del hogar. Ahorrar es una buena forma de aunar esfuerzos y hacer partícipe a toda familia de los sueños y logros a alcanzar. Además, es una forma creativa de no dejarse llevar por el consumismo y de fomentar la solidaridad en todos los miembros. En las estrategias de ahorro hay que involucrar a los más pequeños de la casa.
8. Educación de la voluntad
Formar la voluntad en los hijos es una tarea fundamental de los padres, ya que les permite aprender a encaminar sus sentimientos, confrontar sus defectos y fortalecer sus virtudes. Sin una voluntad firme, el ser humano tiende a perder su norte, haciéndose esclavo de sus instintos.
9. La familia es unidad
No hay nada más importante para el éxito de la familia que la unidad. Podemos tener diferencias en gustos u opiniones pero siempre debemos conservar la unión de las familias. Si hay algo que nos divide, hay que enfrentarlo, a pesar de que nos cueste comprender, ceder y dejar de hacer juicios de valor. Estar unidos permite alcanzar todas las metas propuestas.
10. Siempre agradecer
La gratitud es la clave de la felicidad y, principalmente, se hace visible en la familia al valorar el esfuerzo de los más cercanos. Se fomenta tomando conciencia de lo que uno posee, de lo que necesita de los demás y de lo que se puede dar a otros. Es bueno dar gracias por todo, inclusive, por aquellas cosas negativas, pues nos ayudan a crecer y fortalecernos. Diversas investigaciones demuestran que la gratitud tiene increíbles beneficios a nivel físico, mental e incluso en el sistema inmunológico.
11. Resiliencia
La familia es el ámbito natural a donde todos recurrimos cuando sufrimos una adversidad. El ser humano que se ha formado en una familia con vínculos seguros, donde se siente querido, acogido, protegido, orientado y disciplinado, está aprendiendo a vivir la resiliencia. Este hogar que es “normal”, no tiene que ser perfecto, porque ninguna familia lo es, pero, para el hijo que sufre, es el punto de referencia a donde volver siempre.
12. Vivir la generosidad
Los conflictos y las tensiones son parte inevitable de la convivencia y, de alguna manera, son necesarios para reaprender constantemente. Cuando damos más de lo que nos piden, cuando pedimos perdón, aceptamos a los demás como son o estamos dispuestos a valorar más las relaciones familiares que nuestra razón, hablamos de generosidad: esa que construye grandes y sólidas relaciones.